Santos y Beatos

Compartir:

Share on facebook
Facebook
Share on linkedin
LinkedIn
Share on whatsapp
WhatsApp

SAN PABLO: APOSTOL DE LOS GENTILES Y MÁRTIR

Saulo de Tarso, más conocido como San Pablo de Tarso, fue un ferviente apóstol del cristianismo que en los primeros años de nuestra era se ocupó especialmente de difundir el mensaje que Jesucristo vino a dejarnos en la tierra, y en ese camino colaboró en ayudar al Cristianismo, la doctrina religiosa que nació con Jesús, a convertirse en religión universal.

Este apóstol habría nacido hacia el año 8, en Tarso, una ciudad que ocupa el actual territorio de Turquía. Saulo también disponía de la ciudadanía romana. Poco después pasó Saulo a Jerusalén a completar su educación rabínica, y su maestro fue el más distinguido rabino de entonces, Gamaliel el Viejo. Su talento le afianzó rápidamente en los principios de la Ley antigua, que cita constantemente de memoria y con gran exactitud. Su carácter impetuoso lo llevó a un fanatismo exagerado, en legítima defensa de la Ley y tradiciones ancestrales.

Si bien Pablo había nacido en el seno de una familia de judíos fariseos dentro del marco de la cultura helenística y participó en las primeras persecuciones contra los cristianos, fue durante un Viaje a Damasco, poco después de la crucifixión de Jesús, que se convirtió a la nueva fe, la cual era considerada una secta herética del judaísmo. Según relató, habría sido el mismísimo Jesús quien se le apareció en ese viaje y lo invitó a difundir la buena nueva. Su conversión se dio de la siguiente manera.

Por aquel tiempo se había ya constituido en Damasco un grupo importante de la nueva comunidad cristiana, del que pronto tuvo noticia Pablo, quien tenía unos veintiséis años de edad en ese entonces. En su afán de exterminio pidió al príncipe de los sacerdotes unas cartas de presentación para Damasco, para así apresar a los adeptos de la nueva fe. Pero todo resultó muy diferente…

Obtenidas las cartas, Pablo y sus compañeros emprendieron camino a Damasco, cuando de pronto, muy cerca de la ciudad, una luz del cielo les envolvió en su resplandor. Pablo vio a Jesús allí. El entonces perseguidor cayó en tierra y oyó una voz que le decía: «Saulo, Saulo, ¿por qué me persigues?».

Atemorizado y sin reconocerlo, Pablo preguntó: «¿Quién eres Tú, Señor?».

Y el Señor respondió: «Yo soy Jesús, a quien tú persigues; dura cosa es para ti el dar coces contra el aguijón».

Saulo se hallaba temblando y preguntó otra vez: «Señor, ¿qué quieres que haga?».

Y Jesús contestó: «Levántate y entra en la ciudad, donde se te dirá lo que debes hacer».

Los compañeros de Pablo estaban asombrados. Como al levantarse Pablo estaba ciego, lo cogieron de la mano y lo condujeron a la ciudad, donde permaneció tres días atacado por la ceguera y sin comer ni beber nada.

Recobrada milagrosamente la vista, se retiró a la Arabia por un tiempo y antes de volver Damasco permaneció entregado a la oración en trato íntimo con el Señor. Regresó luego a la ciudad, entrando de lleno en su función de apóstol y en su gran labor evangelizadora.

Pablo contaba con una sólida formación académica que incluía conocimientos en Teología, Filosofía, Hechos jurídicos, Lingüística y Mercantil. Además, dominada varios idiomas: griego, latín, arameo y hebreo, situación que le abriría el camino para la difusión del mensaje de evangelización.

Para concretar su misión, San Pablo viajó por diversas partes del mundo: Grecia, Asia Menor, Siria, Palestina y también escribió cartas a diferentes pueblos del mediterráneo, entre otros.

Más de la mitad de los Libros del Nuevo Testamento de la Biblia se atribuyen a él. Cabe destacar, que conceptos como los del pecado original, la creencia que Jesús murió en la cruz por los pecados de los hombres y que su sufrimiento redime a la humanidad, que Jesucristo era el mismísimo Dios y no tan solo un predicador, el rechazo de la inmoralidad sexual y la subordinación de la mujer, se le deben a San Pablo.

En Jerusalén, sus ideas no fueron aceptadas por los judíos más ortodoxos y una vez allí fue detenido, juzgado y enviado a Roma, donde probablemente murió ejecutado alrededor del año 67. El principal santuario de San Pablo es la Basílica de San Pablo Extramuros ubicada en Roma, Italia.